sábado, 14 de diciembre de 2013

Lágrimas Carmesí.

El corazón desintegrado, se ha perdido, dejando polvo en el camino, hasta que se acabe, como un reloj de arena, cayendo hacia nada durante un periodo extraño, me pregunto por qué ocurren estas cosas, cual es el destino de los corazones, pero ¿Y el de los sin corazones? ¿Habrá un hueco para ellos? quizás están condenados a amar siempre erróneamente, a estar muertos en vida, huecos a estas dificultades, en este camino de Venus, arrojando lágrimas carmesí, desesperando cada movimiento en vano... ¿Dónde quedaron estas ilusiones? ¿Dónde muertas cayeron? Quiero ir a ver su tumba y quedarme dormida sobre ella, soñar con ellas, es la única ilusión gris que queda, porque mis ilusiones amorosas perdidas en cada corazón al que me entregue se apartaron, ellos no se dan cuenta, pero ahí están, me veo incapaz de poder amar de forma tan incondicional, siento, amo... pero es imposible todo, aunque también es temprano, solo un tiempo para mi misma y ya, no es necesario, soy yo quien me buscara.... para hacer que esta eternidad no sea un condena continuamente equívoca.

Me pregunto dónde estará este destino, todo incierto y tan... fuera de lo común, que a veces me cuestiono si yo en realidad pertenezco a este mundo, llevar una vida neutro. Nada me corresponde bien, o yo soy quien se lo impide corresponder, quiero la soledad, la dulce soledad tan llena de sabiduría, siempre con un libro en mano a quien entregarme y olvidarme de lo que existe a mi alrededor, de entregar mi corazón, aquel del que carezco, a alguien que acabe perdido en tenerlo o no, es un perdida extrema de tiempo. Sigo pensando por qué he de seguir intentándolo, pero esta esperanza, esta llama, tempranamente se ha apagado, dejándome en los brazos del frío, preparada para entregarme a ellos, solo y únicamente, a esta coraza que destruí y a  la que nuevamente acudo, no aguanto sentirme desnuda ante este abismo caprichoso, de visiones muertas que me obligan a caer. El silencio... es la mejor cerradura, de ese secreto que nadie, nunca, jamás, sabrá.

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