miércoles, 18 de junio de 2014

El silencio.



Silencio, hoy no quiero decir nada, porque hoy solo quiero silencio, silencio, por esos paseos que das en mi cabeza, silencio, tan solo silencio quiero para escuchar el ritmo poco pausado.
Escucha, escucha solo el silencio, porque todos sabemos que dice más que mil palabras y para que decir tan solo mil palabras, si cada noche puedo entregarte un silencio.
Enciendo una vela y me gusta estudiar su llama en un danzar con el mismo, aprendo para que en mis brazos lo hagas conmigo, sin música, sin ritmo, solo en tus paseos, pero… en silencio…

Te entrego una rosa, símbolo del silencio, que todo lo calla… todo lo dice… todo desea… y todo lo niega… excepto que esté en silencio. Te miro, me miras y me deleito cuando no se escucha nada en los corazones, que tranquilos, lentos o rápidos hacen música y arte sus latidos, empujándonos en el más dulce suicidio, aquel en el cual nos lanzamos, esperanzados de encontrar otra vida en vida, otra vida en el silencio…

Soy inmortal déjame tomarte en mis brazos, brazos del silencio, un mar de chispas te recrean y yo consigo llorar, pero en silencio, porque el silencio es misterioso, es oscuro, es romántico, el silencio es un océano en el que me pierdo cada día que cuento en un sin tiempo, recuperándolo en el infierno, que es mi hogar. En él me inspiro y pinto un retrato con notas musicales, notas que suenan pero en silencio.

Enamorada, enamorada en silencio, llueve sangre y es curioso como el ruido que recrea compagina con el silencio, se rompe, en el momento que unas palabras hacen lo que verdaderamente es ruido, destruyendo la paz eterna, el ensueño el cual se deseaba y acabó ensangrentando todas las paredes que nos rodean, convirtiendo en una pesadilla el poder volar, así es como el pasado hace trizas los deseos del futuro, así es como se despluman la alas del bien y  abandonadas se pudren en una sepultura. La luz se apaga y una se pierde; estallidos en la cabeza desenvainan alfileres que corroen los ojos, consiguiendo que las lágrimas se desborden, acidas y crueles, de cristal insanas… Quiero salir de estas, mi piel se eriza intentando salvar las caricias, llamamiento precipitado, directo al lugar que no se espera.

Salvo tu imagen, quiero ahogarme y morir si es posible, quiero en silencio disolverme con ella ya que incapaz soy de fundirme, vuelvo a estabilizar, nuevo puerto, escucho la llamada de la muerte y ella me susurra nuevos planes, no quiero pactar con ella para alcanzar el amor, pues el amor es la propia muerte y yo solo voy en su busca, este sin sentido, tiene su propio sin sentido pero jamás ajeno y amargo se bebe, es el único veneno al que quiero rendirme, porque el resto se ha congelado…

Agridulce, vuelvo a respirar y me cura su voz silenciosa, volvemos y despierto en un jardín de rosas marchitas, ella a mi lado, sonriéndome, soy incapaz de tomarla, soy incapaz de acercarme y mi condena es observarla, es observarla, en silencio, en silencio regalo un pétalo de mi vida para poder saber algo de ella, en silencio  en silencio lloran mis espinas y de cada lágrima me alimento.
En silencio, en silencio de nuevo, regalo cada sosiego, para conocer cada textura de su piel, ella no  lo sabe, pero cuando no me mira, guardo miles de retratos para cada ilusión, pero en silencio, en silencio ella no lo nota y solo el gesto es suficiente para escribirla una carta en blanco… con un poema  exaltando el silencio…

Y en silencio río

y en silencio cuento

y en silencio la canto,

la canción que en silencio escondo,

que en silencio escribo

y  en silencio la arropo,

en silencio la pienso

y en silencio la espero,

en silencio soy poeta

y en silencio la escribo versos rotos...

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