Reflexión: La verdad.

Decir la verdad, a veces el echo de decir la verdad es suficiente y no hay necesidad de decir o afirmar o negar como respuesta, porque cierto es, que es absoluto y total. Decir la verdad es vida y sinceramente, jamás me había sentido tan bien haciéndolo, no es la primera vez que digo la verdad tampoco, pero si es la primera vez que le he echado tanto coraje para decir ese tipo de verdades, oye, escalar a costado, pero llegar a la cima, pisarla y gritar "¡AQUÍ ESTOY!" no tiene precio, también es una verdad.

Sentir que has cumplido contigo misma, pero más con la persona a la que se lo has dicho, es algo que te hace sentir ya triunfadora, más aun que sea aceptada, mucho más que sea aceptada con una agradable sonrisa. Ahora es hora de continuar en este paseo, no hay necesidad de romper lazos, si así fuera, sería una total contradicción, entonces no valdría la pena haber echo el esfuerzo de... todo sería en vano y sería un triunfo fingido, una afirmación pintada a través de un espejismo.

Hoy he despertado, orgullosa de mi, encima es sábado, no puedo pedir más, aunque el tiempo esté nublado, es un día hermoso por igual, quizás sea porque si todos dijéramos la verdad en este mundo, quizás haya más sonrisas en él, tal vez encontremos otros puntos de vista hacia la vida y demostraríamos que se puede ser simplemente feliz viendo sonrisas y no pidiendo más de lo que tenemos, si no dando lo mejor que una tiene de si misma.

Si fuéramos todos sinceros, quizás haya menos corazones rotos, quizás habría mejores formas de pedir perdón y los rencores no serían tan permanentes, si no nos engañásemos a nosotros mismo, tal vez no existiría la frase “la vida no es como nos la pintan” pero tampoco seriamos negativos y positivos, la botella seguiría llena con obviedad, y no medio llena o medio vacía, quizás las verdades dolerían igual, pero veríamos las cosas con mente y  seguiriamos caminando con corazón, entonces, la verdad sería la mejor virtud que podemos lucir en nuestros actos.