Buscábamos la perfección
sobre un montón de espejismos,
cayendo insistentes,
dejando de ser los mismos.
Contábamos notas,
Y las notas se hicieron enemigos,
Somos testigos junto al peligro,
Desencajado equilibrio.
Fueron fuertes,
Las claras firmas del frío,
Sobre lo que es menos carne que hueso,
El más amargo y deseado vacío.
Distorsionando el peso,
Ileso,
Junto a una enfermiza perfección,
Donde quien manda es la muerte,
Hiriendo falsa belleza contra la razón.
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