sábado, 26 de septiembre de 2015

Mis propias promesas incumplidas.

Me considero una persona cambiante, totalmente; empiezo anunciando esto, porque bueno, ya sabéis que me gusta releer mis  anteriores entradas, creo que gracias a lo que escribo, consigo sacar conclusiones o darme cuenta que estoy equivocada, o de mis errores, o mismamente darme cuenta de mis progresos. Creo que por eso escribo prácticamente, es cierto que hace bastante que no escribo algún poema, pero bueno ando un poco liada en otra clase de “Inspiraciones” musicales y la mayor parte del tiempo estoy tocando la guitarra o concretando proyectos o atenta de mis próximos estudios como con el grado de técnico de sonido.

Tras esta introducción querría hablar de mis propias promesas incumplidas, creo que puede ser algo interesante de que hablar o dentro de mis vivencias, puedo decir que una de mis promesas y de las que siempre me estoy echando en cara, es de mi poco cuidado en llevar una vida sana, bueno, tampoco es muy insana, pero si es cierto que a veces puedo darme cuenta que siento cierta obsesión con eso, por ejemplo, empezando mi fobia a las bacterias, no es “fobia” en sí, pero si es que trato de no coger ninguna, o me vuelvo un poco maniática en no contraer nada por el estilo, esa es una.
Por otro lado es que también, acercándose al tema de las bacterias, es que tengo especialmente cuidado en lo que como, porque tengo una paranoia de que todo lo que como me va a sentar mal o me va a provocar una gastroenteritis que me va a dejar agonizante y deshidratada en cama durante unas cuantas semanas.
Pero esto se debe a un trauma que tuve de pre-adolescente, que una vez comí algo en mal estado y me sentó como un escuadrón de patadas directas en el estómago, por no decir mis ganas horribles de vomitar y no poder, que oye, dicen que es mejor vomitar porque se te limpia el estómago y además, te encuentras un poco mejor, bueno, pues yo ni con esas, agonía de dolores y nauseas.
De ahí que tenga manías con las comidas que no haya visto como se han hecho o que no sepa de donde proceden exactamente. Pero como soy un ser cambiante, a veces cuando me muero de hambre, me da igual entrar a cualquier restaurante, bueno no me da igual del todo, pero ya vale que huela bien la comida y tenga buen aspecto, que yo cubro mi hambre, luego me puedo ahogar con paranoias o poner mala tan “tranquilamente”.

Se me va el santo al cielo, creo que quería hablar de mis promesas incumplidas, no de mis manías, ya estaba empezando a sacar la lista, bueno, creo que eso lo dejaré para otra entrada.
Al caso, dado a mis promesas incumplidas, puedo añadir que siempre he querido llevar un estilo de vida aislado, dedicado al ejercicio físico y a la lectura, sin olvidar que también cargado con una buena dosis de arte que estimulen mi mente e imaginación. Alimentación sana y equilibrada sin nada de productos altos en grasas… Pero es realmente complicado, aunque tuve una temporada que conseguí llevar ese estilo de vida.
Al menos me he quitado vicios malos, pero eso ha llevado a que lleve un tiempo con algo de ansiedad y no pare de comer, es un poco frustrante, porque quiero parar, pero me cuesta, así que últimamente estoy intentando poner control y voluntad sobre mi misma para poder evitar ese pequeño descontrol del que después me arrepiento y bueno…

Estos días, como voy a empezar a llevar una vida un poco más rutinaria y eso quiere decir, más ordenada, buscaré un hueco para hacer mis ejercicios y controlar la comida, la verdad es que quiero, pero cuesta mucho, porque hay que ponerle muchas ganas, así que vamos a intentarlo y volver a llevar un vida a base de ensalada y alimentos sanos.
Es cierto que la cerveza me gusta mucho y los panchitos y guarradas varias con alto valor energético, el chocolate últimamente me pierde demasiado, pero bueno, poco a poco

Por no hablar que últimamente tengo las hormonas muy revolucionadas, si, lo admito y no me avergüenzo de decirlo, no sé si es una fase de esta post-adolescencia o yo que sé. En mi adolescencia también tuve una época de hormonas revolucionadas, pero hace bastante tiempo.
Desde que he dejado mis malos vicios me he alterado un poco, es todo muy raro, pero bueno, he leído que también a mi edad es normal y que lo mejor es distraerme, afortunadamente siempre he sido una cabeza que trata de distraerse con cualquier mosca que pasa, también es cierto que cuando se me presenta la ocasión de “Desahogarme” con otra persona, prefiero desahogarme yo sola, me explico, ya digo que no tengo complejos para hablar de estas cosas, pero porque también no tengo ganas de estar con nadie o porque quiero estar un tiempo dedicándolo a mí misma y además, no me gusta eso de aquí te pillo y aquí te mato y si mañana preguntas por mí diré que no me acuerdo.
El problema es que nunca me había sentido así, o al menos hace bastante, así que ahora hay que poner autocontrol y dedicarme a otros asuntos más importantes, que la verdad, me interesan más.

Volviendo a mis promesas incumplidas, recuerdo los años atrás que dejé de aprender y tocar mi guitarra, por entrar en más mierdas, en estos últimos 3 o 4 años, ya ni me acuerdo, pero desde que dejé toda la mierda que tenía mi cabeza, agarre mi guitarra de nuevo y me puse, he mejorado bastante, creo que me siento orgullosa de ese logro, si todo el tiempo que desperdicié sin aprender me hubiera puesto a saco como todo este tiempo, ahora sería mucho mejor, pero bueno, creo que el hecho de que todo lo haya conseguido por mí misma y por mi propia voluntad, hace que le dé más mérito a mi esfuerzo y siga con más ganas de mejorar, porque aún me falta mucho, muchísimo camino por delante.
Creo que esa es la peor promesa incumplida, haber dejado de tocar mi guitarra hace un tiempo pasado, pero ahora estoy orgullosa de continuar, creo que me lo puedo perdonar.

Otra promesa incumplida es que llevo varias semanas queriendo hacer ejercicio, pero siempre acabo dejándolo para “mañana” y es que el mañana nunca llega, pero bueno este fin de semana, estoy haciéndolo.

Creo que hacer ejercicio o deporte es importante, al menos para mí, mantiene mi mente despejada y entretenida en otras cosas, recuerdo cuando era una niña, niña rata si queréis considerarlo así, bajaba todos los días a jugar al fútbol, me encantaba el fútbol, en el colegio, por las tardes con algún amigo hasta que venía el resto y hacíamos los equipos, era realmente genial y la verdad es que lo echo de menos, pero… yo desaparecí, la verdad es que no sé por qué, creo que fue lo peor, me perdí y desaparecí de todo aquello, conocí malas amistades y me perdí, pero yo sé que fue todo culpa mía, me dejé de llevar y era una chica por no decir, aun una niña que era totalmente manipulable, cuando dices “Yo controlo” y sabes que la situación se te iba de las manos. Afortunadamente mis padres supieron enderezarme, entonces eran mis padres, poco después todo cambiaría.
No fue fácil y creo que hay muchas promesas incumplidas, como “Nunca jamases” que consiguieron decepcionar a quien menos debería haber decepcionado, a mí misma.

Pero es cierto que quiero terminar diciendo que no hay peor promesa incumplida que fallarte a ti misma, porque ya duele fallar al resto e intentar que te perdonen o al menos poder intentar que te vuelvan a mirar a la cara y consigan darte otra oportunidad, imagínate el decepcionarte a ti misma, cargar con tu culpa, odiarte y lo peor de todo, buscar el perdón que ni tu misma puedes darte.
Así que con esta propia promesa incumplida quisiera terminar, el único perdón que uno puede darse es el conseguir hacer cosas que se veían imposibles, como mejorar como persona o darse la oportunidad para hacer cosas que en tiempo pasado me veía incapaz. Porque el saber perdonarse a sí mismo/a, es una clara confirmación de que valen más los hechos, que las simples palabras, que no hacen más que cansar.


Dänger.

No hay comentarios:

Publicar un comentario